
Los gofres son uno de los desayunos más populares en todo el mundo, con su inconfundible textura crujiente por fuera y esponjosa por dentro. Sin embargo, aunque muchos los asocian con Bélgica o Francia, su historia se remonta a tiempos mucho más antiguos.
Lo que pocos saben es que los primeros indicios de este delicioso manjar provienen de la Antigua Grecia. Sí, antes de que se popularizaran en las ferias medievales europeas o en los diners estadounidenses, en la antigua Grecia ya preparaban una versión primitiva de los gofres. ¿Cómo evolucionó esta receta hasta convertirse en el gofre que conocemos hoy? Acompáñame en este recorrido por su fascinante historia.
Los primeros gofres: Del pan griego al «obleio»
Si viajamos al pasado, nos encontramos con que los griegos de la Antigüedad preparaban una especie de pan plano cocido entre dos placas de metal caliente. A esta preparación se le conocía como «obelios» o «obleio», y es considerada la primera versión del gofre.
Estas placas metálicas tenían diseños tallados, lo que dejaba marcas en la superficie del pan, similar a cómo los modernos gofres adquieren su característico patrón de rejilla. El obleio no era un simple pan: a menudo se endulzaba con miel y se aromatizaba con especias, creando un bocado delicioso que se servía en festivales y celebraciones religiosas.
Curiosamente, el uso de moldes para cocinar pan plano no se limitó a Grecia. En la Antigua Roma, adoptaron esta técnica y la perfeccionaron, añadiendo diferentes ingredientes como huevos y queso, lo que poco a poco fue acercando la receta a lo que hoy conocemos como gofres.
Influencia romana y la transformación en la Edad Media
Con la expansión del Imperio Romano, muchas tradiciones culinarias griegas se esparcieron por Europa. El obleio griego fue adaptado y mejorado en distintas regiones, hasta que en la Edad Media se convirtió en un alimento común en las ferias y mercados.
Fue en este periodo cuando los herreros comenzaron a fabricar moldes de hierro fundido con patrones decorativos, lo que daba lugar a gofres con distintos diseños en su superficie. Además, en la Europa medieval, la receta evolucionó con la incorporación de ingredientes como la levadura, lo que permitió obtener una textura más esponjosa.
Los gofres se hicieron especialmente populares en los Países Bajos, Bélgica y Francia, donde se convirtieron en un símbolo de festividades y reuniones sociales. Se servían en bodas, celebraciones religiosas y mercados, lo que ayudó a difundir aún más la receta.
El gofre en Bélgica y Francia: Evolución y refinamiento
Si hay un país que ha convertido al gofre en su emblema, es Bélgica. En el siglo XVIII, los belgas perfeccionaron la receta y crearon dos versiones icónicas:
- El Gofre de Bruselas: Ligero, crujiente y rectangular, se sirve con azúcar glas y ocasionalmente con frutas o chocolate.
- El Gofre de Lieja: Más denso y dulce, lleva perlas de azúcar en la masa que se caramelizan al cocinarse, dándole un toque crujiente y delicioso.
Mientras tanto, en Francia también adoptaron esta delicia, dándole su nombre actual. La palabra «gaufre», en francés, proviene del antiguo alemán «wafel», que significa panal de abeja, en referencia a su estructura cuadriculada.
Fue en este periodo cuando los gofres pasaron de ser una comida de festivales a convertirse en un postre sofisticado, servido en restaurantes y panaderías.
El salto a América: Gofres en la Era Moderna
En el siglo XVII, los inmigrantes europeos llevaron la receta del gofre a América. Sin embargo, su auge en Estados Unidos se dio en el siglo XIX, cuando se popularizaron como desayuno gracias a la invención de las primeras planchas de gofres en 1869.
Con el paso del tiempo, los gofres se convirtieron en un clásico del desayuno americano, especialmente con la llegada del chicken & waffles, una combinación que une lo dulce y lo salado en un solo plato. Además, en el siglo XX, aparecieron las mezclas instantáneas y las wafleras eléctricas, lo que facilitó su preparación en casa.
Hoy en día, podemos encontrar gofres en múltiples versiones:
- Clásicos con miel o chocolate
- Salados con queso y jamón
- Gofres con helado y frutas
- Veganos y sin gluten, adaptados a todas las dietas
Conclusión
Aunque solemos asociar los gofres con Bélgica o Estados Unidos, su historia comienza mucho antes, en la Antigua Grecia, donde el «obleio» ya deleitaba a los comensales con su textura y dulzura.
Con el paso de los siglos, la receta evolucionó, pasando por Roma, la Edad Media y la modernidad, hasta convertirse en el gofre que conocemos hoy. Desde las calles de Bruselas hasta los desayunos americanos, este manjar ha conquistado el mundo con su irresistible sabor.
Así que la próxima vez que disfrutes un gofre, recuerda que no solo es un postre delicioso, sino también un pedazo de historia en cada bocado.