Desde el día de Navidad hasta la fiesta de la Epifanía, el 6 de enero, los griegos vigilan sus casas con especial cuidado, buscando objetos movidos o golosinas navideñas robadas. Según el folclore griego, un grupo de pequeños duendes, llamados kalikantzaroi, emerge durante las festividades con la esperanza de causar estragos en la humanidad.
Se dice que estas criaturas viven bajo la tierra, aserrando el árbol de la vida que sostiene nuestro planeta, con la esperanza de derribarlo y causar estragos. Sin embargo, cada año, durante las fiestas, estas traviesas criaturas suben a la tierra para robar nuestros dulces y hacernos pasar un mal rato. Según la creencia, Kalikantzaroi surgen anualmente porque Cristo, aún no bautizado, no protege a la humanidad del mal durante este periodo.
Los Kalikantzaroi, o duendes griegos de Navidad
El 6 de enero, la Epifanía, conmemora la visita de los Reyes Magos a Jesús y su bautismo. Los kalikantzaroi son expulsados, regresando al árbol de la vida para verificar su curación. Por lo tanto, deben empezar de nuevo su ruin trabajo.
Tradicionalmente, los duendes son vistos como criaturas pequeñas, oscuras y peludas con patas de cabra. Sin embargo, representaciones más recientes de los kalikantzaroi se asemejan a trolls con aspecto humano. Aunque siempre han tenido una connotación negativa, los kalikantzaroi se consideran ahora embaucadores festivos más que espíritus malignos.
Como gran parte del folclore europeo, los kalikantzaroi proceden de antiguas tradiciones paganas, pero se han adaptado para encajar con el cristianismo. El origen exacto de estas criaturas es motivo de debate, desde antiguos espíritus griegos de la muerte hasta pequeños bichos asociados con espíritus malignos conocidos por destruir las cosechas.
A pesar de estas teorías, se encuentran historias de criaturas como los kalikantzaroi en el folclore de los Balcanes, así como en Chipre y Turquía. En Grecia, los kalikantzaroi -pequeñas criaturas malévolas- representan la oscuridad, y Jesús es la luz, que los destierra de la superficie de la tierra.
Los kalikantzaroi trollean en la oscuridad, ya que temen la luz, especialmente el fuego. Estos duendecillos sólo entran en las casas cuando todos se han ido a dormir y la chimenea ya no está encendida. Hace mucho tiempo, los griegos mantenían encendidas las chimeneas durante todas las fiestas para evitar que los kalikantzaroi entraran en sus casas.
Se cree que los kalikantzaroi no saben contar más de tres. El tres tiene gran importancia en el cristianismo, simbolizando la Santísima Trinidad. Por esta razón, se cree que las pequeñas criaturas son incapaces de pronunciar el número.
Los que esperan mantener alejados a los duendes colocan un colador en el umbral de la puerta, ya que los kalikanztaroi se pasarán toda la noche intentando contar los agujeros, sin pasar nunca del número dos, en lugar de entrar en la casa y desbocarse.
Otros métodos para alejar a los espíritus malévolos de la casa consisten en rezar una oración a la Santísima Trinidad, marcar la entrada con una cruz o, en Chipre, tirar unas salchichitas y masa frita para apaciguarlos.